“A falta de vaca, buenos son pollos con tocino” Anónimo

Sentados en una terraza al aire libre, el sol de un recién llegado otoño caía suave sobre nosotros.

Hablamos.

Una metáfora culinaria se coló en sus palabras:

- “Vivir es como cocinar”, dijo. “Tienes que saber jugar con los ingredientes, controlar las medidas, sorprender cuando toca, disfrutar experimentando”. 

¿Si a la creatividad le echáramos tocino, llegarían las ideas a mayor velocidad?

1. Nuevos ingredientes para nuevos tiempos: En su libro “Con una mente nueva”, Daniel H. Pink habla del fin de la “Era del Conocimiento” y el inicio de una nueva época, definida como la “Era Conceptual”. Los protagonistas de esta nueva era son “tipos diferentes con un tipo muy distinto de mentalidad: creadores y empatizadores, reconocedores de patrones y dadores de sentido: artistas, inventores, diseñadores, narradores, cuidadores, consoladores y pensadores con visión global”. 

Cambian los tiempos, y con él las profesiones. Nuevas necesidades dan lugar a nuevas demandas. No importa si tu trabajo todavía no tiene nombre. ¿Cómo vamos a nombrar, lo que todavía no comprendemos?

2. Si cocinas, no recoges: Es la norma en algunos hogares. Y me gusta. Me gusta pensar que a veces hay que hacer tábula rasa y comenzar de cero: «Si quieres vivir tu vida de una manera creativa, como artista, no tienes que mirar demasiado hacia atrás. Tienes que estar dispuesto a tomar lo que has hecho y lo que eras y tirarlo a la basura», cuenta Steve Jobs en sus memorias.

A veces me acuerdo de esa frase. Me acuerdo cuando me encuentro con personas desprendidas, capaces de desmarcarse de sus propias ideas. Y también cuando siento que es tiempo de mirar y ver más allá de un proyecto, una idea, un lugar.

3. Sírvase añadir humor al gusto: Cuando nuestras reacciones pierden su punto de sal, cuando el arroz de algunos proyectos se convierte en bomba, cuando el horno de las ideas se nos pone calentito de más, es tiempo de brindar con y por el humor, volver a ese lugar donde habita la medida y dejar atrás a nuestro ombligo. Aire fresco. Y al chino de la esquina.

Fotografía: restaurante L’Osteria, Ciudad de Guatemala