El Kamchatka de Alicante está camino a la Cala de los Borrachos, allí donde la vía de un tren que nunca perdí corta en dos el acceso y un pescador en guardia te recuerda que siempre hay un lugar donde resistir.
La marca Ikea, de Kamchatkas sabe la tira. Por eso montaron aquella bienvenida a la República Independiente de nuestras casas. Pero ya se vio que lo de resistir no es buena idea, que nada como un donde caben dos caben tres para hacerse una península a medida, una de ésas que te llevan a lo alto de los árboles, más cerca de las estrellas.
Lugares donde resistir hay muchos, pero a mí se me resiste Madrid. Allí todavía no he encontrado un Kamchatka, pero creo que es porque en Madrid hay un montón de ruido.
O eso me parece a mí.
La semana pasada estuve allí trabajando y vi a tanta gente que por un momento me pareció estar en el estreno de una película donde la periodista sólo tiene unos minutos para hacerle una pregunta inteligente a la protagonista de Love Actually:
- ¿Y tú de qué medio vienes?
Elena, el pedazo de Kamchatka que iba a mi lado, dijo que veníamos de un medio alternativo que se llamaba Follow Your Own Star y era lo más.
Y así, gracias a su fe en nuestra pequeña península, conseguimos una gran entrevista.
Lo más curioso es que, cuando haces un agujerito para asomarte con cuidado a la vida de los otros, descubres que también ellos tienen una península escondida. Que su Kamchatka se parece a tu Kamchatka. Que también ellos andan buscando la autovia que lleva hasta Belleza.