Una empresa de NewVentures que lleva por nombre “Happy Clown” y no trabaja para el Circo del Sol tiene que esconder una historia.

Y un hombre que se llama Marte Martín tiene que tener estrella. O venir de otro planeta.

Pero de todo esto yo no me di cuenta al principio: ni la primera vez, ni la segunda.

La primera vez que vi a Marte Martín, fundador de Happy Clown Ventures, en realidad no le vi. Pero él a mí sí. Fue durante una conferencia que impartí en Madrid. Al poco, Marte me agregó por LinkedIn para recomendarme a una storyteller Israelí que había conocido trabajando en el país del Mar Muerto.

La segunda vez que vi a Marte Martín… En realidad tampoco lo vi. Fue su alma de estrella la que respondió con amabilidad a la petición de ponerme en contacto con una universidad de Tel Aviv.

Sí. Internet es un cielo digital donde algunas personas brillan con luz propia. Y si eres capaz de atisbar su alma antes de desvirtualizarlas… eso que llevas ganado.

A la vencida, allí estábamos, hablando frente a frente en la ciudad que siempre corre. Hijo de unos padres dedicados en cuerpo y alma a una empresa de envases y embalajes, Marte me habló de su infancia entre el campo y la industria: “Guardo todavía fotografías espectaculares, viajando en camión con mis padres”, contó.

Por alguna razón, el chico de amplia sonrisa resultó ser de la especie inquieta: “Estuve en mi primer internado con 7 años. A los 11 me fui dos años a Irlanda, el high school lo cursé en un colegio de Ginebra, fui deportista profesional durante 1 año y de allí me fui a vivir a EEUU, donde viví durante 13 años”. 

Allí, Marte estudió sin descanso. Sacó tres carreras universitarias, y luego regresó a Madrid para cursar un MBA en el Instituto de Empresa y seguir acumulando conocimientos en gestión de empresa, contabilidad, comercio, distribución, gestión de la marca, diseño aplicado, comportamiento organizacional y psicología empresarial.

¿Y todo esto para qué?

“Desde que soy un niño he querido hacer cosas nuevas, construir cosas nuevas,  vivir aventuras”. 

New Ventures. De ahí su profesión. Pero, ¿Y el nombre de su empresa, “Happy Clown”?

De pie frente a una pared de madera, Marte me contó la historia de Francisco, el chef con el que coincidió trabajando en Estados Unidos: “Estaba un poco desbocado, pero te decía las cosas de una manera tan sencilla y simple que era un placer de persona. Se llamaba Francisco, era chef, y creía que en este mundo todos somos payasos. A cada uno nos toca elegir si queremos ser un payaso triste, o un payaso feliz. Él era un payaso feliz. Nunca más supe de él”. 

Marte es fan de relativizar las cosas: “Porque eso es lo divertido, lo feliz. Si no luchas, si no ves hasta donde puedes estirar la cuerda, entonces ejercita tu cuerpo y tu mente. Así no estarás con los tristes del mundo, así estarás con los payasos felices del mundo. Al final y al cabo todos somos payasos en este mundo. Todos los seres vivos cumplimos una función: unos y unas más contentos y otros y otras más tristes”. 

Marte es de los que lo hace contento. A pesar de todo. O precisamente por eso.  Aquí. Y aquí.