La estrella de Marc Chagall

La estrella de Marc Chagall

La estrella de Marc Chagall 1

 

Si naces en un pueblo pequeñito pero tus ojos buscan el cielo, siempre podrás hacer como Marc Chagall, el artista que subía al tejado de su humilde casa en Vitebsk para contemplar el firmamento desde allí.

Sí, la Belleza es una ola que no cabe en cuatro tabiques.

UNO
Marc Chagall tenía una estrella.

Al principio, sus pinceles la pintaban de color violeta, hasta que el artista descubrió que su mundo era azul, profundo y divertido como el mar en verano, con el pelo a lo loco y el sabor de la sal en la boca.

En sus lienzos hay cabezas y cuerpos del revés, historias con significado que descubres al candor de una audio-guía que te lleva a preguntarte cuál de los dos mundos está del revés: si el suyo, o el nuestro.

-”Papá quiero ser pintor”, dijo un día Marc Chagall en casa.

Ay madre…

Y su padre, un humilde obrero de una fábrica de arenques que a principios de 1900 tenía muchas bocas que alimentar y poca hambre de problemas, miraba a su hijo y se dejaba llevar.

- “Mamá… me gustaría ser pintor”. 

Ay madre…

Y mamuscha, que jugaba con la palabras y “tejía con ellas dulzura tierna y acariciadora”, miraba a su hijo, miraba sus sábanas pintadas de azul y no comprendía… pero sabía que su hijo algo tenía:

-”Sí hijo mío, ya lo veo, tienes talento. Pero hijo mío, escúchame. ¿No harás mejor en convertirte en empleado?”  

Es fascinante comprobar cómo algunas preocupaciones familiares se mantienen a lo largo de la Historia.

DOS

El chico de mirada despierta era tozudo. Un día, Chagall  decidió que ya era suficiente y dijo en casa que él lo que quería era ser pintor.

Y, con esa fuerza que da saber lo que quieres, el artista comenzó su camino.

En la escuela de pintura de un maestro llamado Pen ( ¿… de apellido Drive? juas, juas) Chagall descubrió que pintar le daba la vida. Y allí siguió, hasta que el artista decidió irse a San Petersburgo.

Vaya disgusto en casa. Y qué hambre.

En San Petersburgo, Chagall pintó sin parar. Y aprendió a ligar. Y descubrió la vida. Y sobre todo, buscó: buscó su estilo sin parar: un día, otro día y otro más.

TRES

Una tarde en San Petersburgo, Chagall estaba en casa de Thea, una chica con la que salía. Sentado en la habitación contigua, escuchó una voz desconocida y alegre que llegaba desde la otra parte de la casa. Parecía de otro mundo. Chagall  la escuchó y se puso nervioso. Cuando por fin salió a conocerla, la chica se despidió de su amiga, le miró de reojo y se fue:

“Su silencio es el mío. Sus ojos, los míos. Es como si me conociera desde hace tiempo, como si lo supiera todo desde mi infancia, de mi presente, de mi futuro; como si velara por mí, clavada en mi interior, aunque sea la primera vez que nos veamos.Pensé que ella sería mi mujer.”

 

Y lo fue. Chagall y Bella estuvieron juntos hasta que ella murió, prematuramente.

Chagall no quiso ser cubista, ni tampoco impresionista. Él era un hombre en busca de belleza que anhelaba una “revolución del fondo, no sólo de la superficie”. 

CUATRO

Chagall me gusta porque ve la vida de color azul.

Chagall me gusta, porque se subía al tejado cuando los tabiques de su casa no le dejaban ver las estrellas.

Porque fue un cabezón que no renunció hasta dar con su camino.

Me gusta que Chagall encontrara al amor de su vida y supiera al instante que era ella. Y que la dibujara volando. 

Chagall me gusta porque además de artista fue un poeta que se levantaba cada día en busca de algo bonito, y encima se tomó la molestia de escribir sus memorias y dejarnos un montón de pistas como ésta: 

“El arte me parece sobre todo un estado del alma. Sólo es libre el corazón honesto que tiene su propia lógica y su razón”. 

Si quieres conocer la estrella de Chagall más de cerca, puedes hacerlo leyendo su autobiografía “Mi vida”.

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  1. Chagall es maravilloso…
    Gracias Belén por recordárnoslo!

  2. comment mariav

    !que puedo decir de Chagall! me llega al alma, me encanta me apasiona, es mas; tengo la osadia de copiarlo, en casa están sus cuadros por mí. no podeis imaginar la emoción que sentí, al contemplar sus obras en Madrid. MV

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