“El Principito” y la creatividad

“El Principito” y la creatividad

“El Principito” y la creatividad 1

La vida en las estrellas se rige por parámetros un poco extraños para nosotros, los habitantes de la Tierra. En 1946, un piloto francés de nombre Exupéry, tuvo la enorme fortuna de conocer a un turista procedente del Asteroide B-612.

Él era El Principito, un niño de pelo acaracolado y corazón puro que amaba a una rosa, -su rosa-, por encima de todas las cosas.

Desde que la novela se publicara en Abril de 1943, las páginas de El Principito han vestido de ingenuidad la pureza desnuda de miles de personas.

Hoy, sus palabras nos visitan. Y nos muestran su estrella, una estrella que, de modo consciente o inconsciente, comparten todas las personas que tienen una forma similar de estar en el mundo.

Sí, porque…

Las personas creativas, como El Principito, son capaces de ver una serpiente boa donde otros sólo ven un sombrero: ellas creen profundamente en lo que otros consideran absurdo, y dedican tiempo a interrogarse sobre lo esencial:

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”

Las personas como El Principito  jamás renuncian a una respuesta una vez han formulado la pregunta. Para ellos, descubrir y aprender no es aburrido, es una forma de vivir cada día.

Las personas como El Principito, son vulnerables, se preocupan por los detalles y no siempre están ocupadas:

“Lo que me emociona tanto de este principito dormido es su fidelidad por una flor, es la imagen de una rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, aún cuando duerme”

Las personas creativas, como El Principito, crean lazos profundos con otras personas, y sus prioridades en la vida son un poco diferentes:

“Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: “¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!”, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!.”

Como El Principito, las personas creativas tienen alguien con quien hablar, alguien con quien compartir lo que de verdad les preocupa. Saben que la vida es un misterio, y han aprendido a seguir las señales que el destino les pone en el camino: “Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer”.

Las personas creativas, como El Principito, son disciplinadas. Han descubierto que amar es también una cuestión de dedicación: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa la que la hizo tan importante”, y que, para llegar hasta su estrella, han de viajar ligeros de equipaje:

“Comprendes. Es demasiado lejos. No puedo llevar mi cuerpo allí. Es demasiado pesado”.

Y, sobre todo, las personas creativas, como El Principito, han aprendido que “no se ve bien sino con el corazón”. Porque lo esencial, “lo esencial es invisible a los ojos”. 

¿Sabías que la rosa de El Principito se llamaba Consuelo? Nuestra primera estrella en El Salvador compartió el otro día esta historia, que vale la pena leer. Aquí. 

  1. comment ester

    Que bonito relato para demostrar una vez más que las cosas necesarias en esta vida están al alcance de la mano y que depende de cada uno conseguirla. Ojala nos diéramos cuenta de que de los tres poderes de este mundo el dinero, el trabajo y el amor, solo el amor aumenta a media que lo damos ( un misterio como la vida misma, pero es así)

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