El amor, el talento y los hombres que aspiran el otoño son un misterio.

En serio.

Si no, ¿cómo fue que Robert Frost escribió aquel bellísimo poema sobre el camino no transitado? Sí, aquel que terminaba: “Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, yo tomé el menos transitado/ Y eso hizo toda la diferencia”

Y, ¿cómo fue que te enamoraste de él, cuando ni el espacio ni el tiempo jugaban a vuestro favor? ¿Y a ti quién te enseñó…? ¿Y cuándo fue la primera vez que…? ¿Y cómo puede ser que te dediques a? ¡…Pero si tiene un pronto que madre mía!

Me gusta la mitología por esa forma de concebir la vida como un misterio. Ahora parece que lo sabemos todo, pero es porque tenemos a Google. Pero el día que Google se vaya al carajito nos va a dar a todos un algoritmo de los buenos.

Porque a ver:

¿Cómo puede ser que haya hombres que aspiren el otoño?

Que el amor y el talento se parecen, esto es camino ya transitado. Además, Don es una palabra que funciona en modo single y/o con apellido. Y si no, prueba a ligar con tu talento y mira qué historia de amor:

“El tiempo se detenía cuando estaba con Don. Ya no me importaba arrancarle horas al sueño, al fin de semana, a los cafés con amigas, -el mío con magdalena por favor, que soy de pueblo y no tomo cupcakes-. Todo con tal de estar un rato con Don, disfrutar de su presencia, compartir aquello que era nuestro, también los desencuentros, las bromas cómplices y esos silencios que a otros les parecían tan aburridos”. 

El otro día encontré un folio escondido en una libreta. La hoja está sucia, me la llevé de estrangis del Hub de San Francisco y espero que los americanos no hayan pinchado también (presuntamente) nuestros blogs: “There are only two ways to live your life”, escribió Einstein. ”One is though nothing is a miracle. The other is as though everything is a miracle”. 

Y los hombres que aspiran el otoño lo saben.