Mikel tiene una estrella. Lo supe nada más verle hoy en San Sebastián. Se coló en la presentación del proyecto que hicimos en Tecnun, y al acabar la clase, me acerqué a hablar con él.
Llevaba un puñado de estrellas tatuadas en el brazo. Le invité a conocer la historia. Accedió a compartirla conmigo. Acabamos tomando algo en la cafetería de la universidad.
Hijo, ingeniero, DJ, artista y explorador, sus brazos cuentan historias de una vida a la que no le gustan los límites.