No es raro que un chico vaya hablando por el móvil mientras vamos en un tren, menos
aún tratándose de un chaval.
Pero sí es un poco raro que el chico está hablando por el móvil sobre un concierto en Los Ángeles.
No por nada, es que este tren iba a San Francisco.
¿… O es que me he equivocado de tren?
Uy, casi.
No es raro que un chaval lleve puesta una gorra dentro del tren, aunque en mi casa me
enseñaron que en espacios cerrados la cabeza hay que llevarla descubierta. Pero bueno, esto es América
y yo no me voy a meter.
Lo que sí es raro, un poco raro, es que su gorra lleva todavía la etiqueta colgando.
Mira, justo ahí, al lado de la estrella…
-Bonita gorra. ¿Es nueva? No, la gorra no es nueva, tiene ya tres días, pero la etiqueta se la deja “porque le gusta verlo todo con ojos nuevos”.
Eh, en Estados Unidos son realmente innovadores, vaya que sí.
No es raro que un chico joven sea cantante de rap, pero sí es raro que con sólo 23 años vaya
dando conciertos aquí y allá, incluida la ciudad de Los Ángeles.
Con esa juventud.
-¿No sientes presión?
¿Presión David? Para nada:
-Tengo dos hijos y una madre que alimentar, así que no, no siento presión por cantar rap. No me quedó claro si la madre es la propia o la de las criaturas, pero la frase final me quedó de un claro cristalino:
- Simplemente, tengo que hacerlo.
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