No creo que mi estrella sea una persona, creo que en la vida hay muchas estrellas que no son físicas. Cuando miro al cielo veo miles de ellas y creo que en cada una hay un pedazo de vida. Mi estrella, aquello que hoy por hoy me guía en lo que quiero, en mi objetivo y mi destino en la vida no es, ni mucho menos, algo que pueda tocar o ver. Es algo que simplemente hay que sentir, algo que ha hecho hoy esté aquí, en Atzavares, escuchándote a ti.

Verás, nunca se me ha dado bien explicar lo que pienso, lo que llevo dentro, con la voz. No encuentro las palabras adecuadas para expresarme verbalmente. No sé si será inseguridad o que simplemente no pienso mucho antes de hablar, lo que hace que con frecuencia me trabe o me ponga nerviosa. No es fácil para mí mirar a alguien a los ojos y contarle mis miedos, mis inquietudes; tampoco suelo hacerlo.

Te cuento esto para llegar hasta aquí, hasta este momento en que te confieso que mi estrella es mi pasión por la escritura. Todo lo que no me atrevo a decir sí lo consigo plasmar en papel. Todo lo que no sé contarle a alguien mientras tomamos café, sí sé contárselo a un folio en blanco en la soledad de mi cuarto.

Escribir para mí es lo más bonito. Soy capaz de expresarme, de poner en orden mis ideas, mis pensamientos, mis miedos y sentimientos. Esto es lo que me ha hecho llegar hasta aquí, creo que estudiando Periodismo puedo contar todas aquellas historias que veo día a día. Así seré capaz de hacerle ver al mundo lo que ocurre haciendo lo que más me gusta, escribir.

También creo que esta carrera es la que más me puede ayudar a conseguir la técnica suficiente para algún día escribir un libro.

Mi estrella no tiene cara, ni nombre ni apellido, simplemente tiene el sentimiento y la ilusión de quien espera que algún día esa estrella brille con fuerza.