Lo sé.

Me marché sin avisar. Pero es que me quedé sin nada interesante que contar y decidí callar. Ya. Dicen que si quieres tener marca personal en Internet tienes que hablar mucho y muy seguido, -todos los días a ser posible-, pero yo creo que eso es muy difícil y también un poco tontería.

Porque, si lo piensas de verdad, ¿qué problema hay en estar callado cuando no tienes nada interesante que contar? ¿Y, cómo vas a contar algo interesante, si no reservas un tiempo para vivir, otro para escuchar, y un ratito para callar?

Pero es verdad que me marché sin avisar, y eso está feo. Veo por Isabelita que me echaron de menos. Y eso me conmueve. Es bonito echarse de menos. Y no callárselo. Gracias Isabelita, eres la persona más mayor de nuestra constelación pero conservas tu alma de niña.

Pasaron algunas cosas en mi tiempo de ausencia. Descubrí el valor de los maestros de verdad, esos que entran en un aula y te enseñan a comenzar. Que sí, que lo más difícil siempre es comenzar, luego coges carrerilla y ya está, pero comenzar y recomenzar es difícil y por eso hay que entrenar.

También subí por primera vez en mi vida a un Blablacar, viví un par de ciclogenias en San Sebastián, descubrí que los ingenieros de diseño se concentran más que los publicistas, entrevisté a un librero cultivado y un hombre que todos los días fotografía el Mar, cogí tres catarros continuos por resistirme a aceptar que Pamplona es ciudad donde no se puede andar en bailarinas, trabajé con Elena y Sara para montar un e-xperimento que nos ha costado sangre, sudor y algunas segundas oportunidades, di clases sin ser profesora y descubrí que parar y callar es necesario para ver.

En mi caso, el amor:

“Tu deseo de aprender es sincero, pero tienes la cabeza abarrotada. ¿Dónde piensas meter mis enseñanzas? Vete a tu cabaña, despréndete de todos tus pensamientos innecesarios y vuelve”. ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? 

Foto destacada: Isabelita, en un homenaje a su linda amiga.