Thanksgiving

Thanksgiving


 

Norma tenía reuma, artritis y dos caniches juguetones.

Original de El Salvador, Norma había trabajado treinta y tres años en Estados Unidos como señora de la limpieza:

- El honor es algo que no se compra en un supermercado. En este país, si eres honrada y trabajadora, sales adelante. Sí, América da mucho, pero América también chupa mucho.

Jubilada, hacía un momento que Norma renegaba: la noche pasada se había pintado las uñas pensando que el esmalte era de color rosa y ahora, a la luz del día, su manicura parecía de color malva.

En Glide, el comedor de acogida situado en el Tenderloin, muchas personas se reunían para celebrar el Día de Acción de Gracias. La vajilla de cristal había sido sustituida por fuentes de plástico y, en lugar de velas, había en el ambiente un fuerte alboroto. Pavo había para todos.

Israel, el mexicano encargado de seguridad, me explicó la regla tácita de los tres-nos: No preguntar el nombre, no pedir documento de identidad, no prohibir la entrada a nadie, no:

-Glide es para todos, sentenció.

Incluido el par de caniches juguetones que nos acompañaban bajo la mesa.

Aquel día, hacía tres años que Norma había perdido a su madre. Le brillaban los ojos al recordarla, así que volvimos a la manicura. Y a hablar de su país de origen:

-¿No ha pensado en regresar a El Salvador?

-Mi hogar está aquí, no necesito nada. Además, soy creyente, sé que Dios cuida de mí. ¿Sabes? La gente me quiere mucho. Cuando salgo por la noche a pasear a mis caniches por el Tenderloin, todos me saludan: “Hola Ma’am, ¿cómo estás?

Me pregunté porqué da gracias la gente como Norma en Thanksgiving.

-Yo doy gracias por comer hoy. Mañana ya veremos.

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