Esperábamos al vuelo Iberia 8533L con destino Madrid.
Sentados junto a la puerta de embarque del pequeño aeropuerto de Pamplona, ví las estrellas en la bandera del chico estadounidense y decidí reaccionar.
¿Sabes? Cuando paso tiempo sin recolectar estrellas, luego me cuesta más arrancar.
Pero, aún así…
-Perdona, recolecto estrellas. He visto la bandera junto a tu concha del Camino de Santiago. ¿Te importa si te hago una foto?
Al chico estadounidense no le importó.
Hablamos.
Me contó que volvía a casa después de una estancia en la Universidad. Estudiaba medicina. Lo había pasado increíble.
- Recolecto estrellas para un proyecto sobre talento y creatividad. Estoy convencida de que todo el mundo es bueno en algo. Cuando veo a alguien con una estrella, pienso que es una señal. ¿Crees que tienes buena estrella?
- ¿A qué te refieres? me preguntó.
- No sé, ¿crees que tienes un don especial, que hay algo que se te da especialmente bien?
El chico estadounidense que volvía a casa por San Fermín dudó un momento.
Luego contestó:
- No, no creo. A mí sólo me gusta cuidar de los demás.
En el aire, a muchos metros de altura, pensé que cuidar de los demás es un don muy especial.
¿Por qué nos resulta tan fácil reconocer lo que se nos da mal, y damos por hecho aquello que se nos da tan bien?